El valor de alegría es en todo momento ver nuestra realidad siempre conociendo nuestra responsabilidad, compromiso, asumiendo también nuestros dolores penas y sufrimientos.
La alegría no se encuentra, se construye, dejando nuestro propio egoísmo y vivir más para nuestro prójimo; es saber darse sin medida, sin interés, por el simple hecho de querer ayudar con los medios a nuestro alcance.